Transformar pacientes en
hacientes
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​Cuando se produce una consulta, en principio, quienes ocupan la función de padres, piden que hagamos algo con “eso”, con ese palo en la rueda, con lo que se presenta como una dificultad, una disfunción, un obstáculo, un problema…
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A veces lo relatan como si fuera un fracaso, otras como como si no fuera tan importante, a veces con preocupación, con dolor, otras con enojo, como queja, con culpabilizaciones, muchas veces con un “no sé” respecto de por qué sucede lo que sucede y solo algunas veces con la pregunta que abre a otras preguntas.
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“Qué tenemos que ver nosotros como padres
con eso que le pasa nuestro hijo-hija?”.
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Si esa pregunta no está, hay que trabajar para construirla.
Entonces, a ese pedido - que hagamos algo con ese problema - lo tenemos que transformar en una verdadera demanda.
¿Qué sería eso? Para que podamos trabajar en eso que le pasa al niño tendremos que articularlo con algo de lo que les pasa a sus padres. Al menos que se arme una pequeña pregunta al respecto en la que los padres estén implicados.
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Este recorrido, tiene sus momentos, es necesario detenerse y armar cada paso para que el trabajo sea fructífero porque no hay un saber previo de cómo se llega a la solución del "problema", sino que es a construir en los distintos trayectos.
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Ahí sí, cada quien podrá encontrar qué puede aportarle a su hijo para salir del atolladero y que se efectúe una transformación.
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Dejar de ocupar el lugar de “paciente”, como el que sufre, padece y tolera
para pasar a ubicarse como “haciente”,
el que hace en su propio tratamiento orientado por otro Otro.
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Hacer una apuesta para que padres y niños puedan transformarse de pacientes en hacientes y que esa metáfora comporte una ganancia para los sujetos en cuestión.
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En tiempos de pandemias, la lógica que guía el trabajo es la misma, los medios, por ahora y para quienes lo acepten han cambiado.
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Sostenidos en nuestro decir, trabajamos y nos cuidamos en “la Otra casa”.
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junio 2020